El cuerpo es un armazón tridimensional vivo y en movimiento cuyos elementos dependen de un adecuado equilibrio entre tensión y compresión. Las modernas corrientes de anatomistas y terapeutas manuales (entre los que se incluyen los profesionales de la terapia miofascial) emplean alternativas diagnósticas y de tratamiento del organismo como un sistema continuo y global de elementos traccionados, frente a la clásica concepción de un sistema discontinuo y localizado de elementos comprimidos.
Estamos hablando de tensegridad.
Tensegridad
Curiosamente, la tensegridad es un concepto que nació a mediados del siglo pasado en el ámbito de la arquitectura y la escultura y que, por su interés, se fue integrando progresivamente en otros campos.
Se trata de un modelo explicativo sobre estabilidad de estructuras que difiere de las leyes de Newton y tiene como marco la teoría de sistemas y de la complejidad.
Según Fuller, acuñador y primer impulsor de la teoría, “…la tensegridad es un sistema estructural constituido por elementos de compresión discontinuos conectados por elementos de tensión continuos. Debido a la forma en que se distribuyen las fuerzas tensionales y de compresión en su interior, constituye una estructura estable que es capaz de reaccionar e interactuar de manera dinámica”.
De esta manera, la estabilidad de la forma está garantizada por el comportamiento global, continuo e infinitamente cerrado de elementos sometidos a fuerzas de tensión y compresión continuas.
El cuerpo humano como estructura tensegrítica
Las estructuras biológicas vivas y móviles responden a este sistema cerrado e independiente y capaz de conservar la cohesión:
Frente a la concepción clásica del modelo compresivo discontinuo en el que el esqueleto es el soporte principal y se mantiene unido por compresión mientras que las partes blandas se encuentran suspendidas o actuando como compresores locales, en el modelo tensegrítico del cuerpo humano los huesos son los componentes comprimidos y la fascia conforma la red de componentes traccionados.
Desde este nuevo punto de vista, los huesos flotando en una red elástica, surge una nueva perspectiva de estrategias terapéuticas y de movimiento entre las que se incluye la terapia miofascial.
Terapia miofascial y tensiones
Los profesionales de la terapia miofascial y alternativas manuales semejantes, han adoptado la tensegridad como modelo para entender los procesos que ocurren durante el tratamiento:
- Un masaje permite armar un mapa de las conexiones en esta única red fascial que conforma el cuerpo.
- Establecer esta comunicación a lo largo del tejido posibilita que el trabajo realizado en un área del cuerpo se transfiera a otra.
Con este enfoque global, se optimiza el tratamiento y se facilitan resultados de larga duración.
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